Durante todo el verano se ha estado hablando de reforzar la zaga del equipo del triplete y son muchos los nombres que han ido apareciendo. Comenzó con la búsqueda de un lateral zurdo para suplir la marcha de Sylvinho y cuando parecía que el elegido sería Luis Filipe, el empeño de Lendoiro en sacar tajada de su jugador hizo que el Barça fichase a Maxwell en una operación relámpago. Se sabía que Cáceres no contaba para Guardiola, y durante la pretemporada se probó a Henrique, el central brasileño que había cuajado una gran campaña jugando cedido en el Bayer Leverkusen, pero tampoco gustó a Pep por su poco depurada salida de balón. De manera que había que buscar un refuerzo e inmediatamente el técnico azulgrana pidió que le trajeran a un central del Shakhtar Donestk que había descubierto cuando los dos equipos se cruzaron en la primera fase de la Champions del año pasado. Corpulento, bien posicionado y sobretodo con una buena salida de balón desde atrás. La secretaría técnica se puso a ello, pero las pretensiones del club ucraniano eran desorbitadas. Curiosamente en uno de los viajes de vuelta de Donestk, los representantes del Barça hicieron escala en Milán para cerrar de forma definitiva el traspaso de Ibrahimovic. El mercado de fichajes iba avanzando y se acercaba su cierre, pero ni las constantes intentonas por Chygrynskiy daban frutos ni tampoco Guardiola quería otro central que no fuera ese. Unos días después Lucescu, entrenador del Shakhtar, hizo jugar al susodicho jugador la previa de la Champions, con lo que las posibilidades de fichar por el club catalán se iban al garete, puesto que si se confirmaba el traspaso no podría jugar competiciones europeas con el Barça por haber participado ya en alguna con otro equipo en la misma temporada. Pero el acreditado entrenador del Barcelona seguía en sus trece, quería al gigante ucranio en su equipo. Finalmente Chygrynskiy firmó por el club azulgrana al día siguiente de jugar la final de la Supercopa de Europa precisamente contra el que sería su equipo horas después.
Se pagó mucho por él, tuvimos que esperar para verle jugar, y la verdad es que la afición vive en un mar de dudas con este jugador. Se le presupone un pase largo muy bueno, pero de momento parece que no está entonado y si bien es verdad que se coloca muy bien sobre el campo, también hay que decir que sufre muchísimo cuando le encaran en el uno contra uno. De momento el central del Barça no ha demostrado lo que valió. Cuando empezaba a coger el ritmo de juego sufrió una lesión muscular que le aparto del equipo durante unas pocas semanas, pero su regreso al equipo no ha sido nada prometedor. En un partido en que todos jugaron bien como el del Zaragoza, Dima fue la única nota negativa por su actuación dubitativa en ataque y deficiente en defensa. Ayer en el partido de Copa ante la Cultural no se le vio mucho mejor, a pesar de la poca entidad del rival.
Tiene 22 años y mucho que aprender, pero de momento no está al nivel que se le presupone a un fichaje de esta altura. Lo que me hace ser optimista respecto a él es la insistencia de Pep en ficharle. Si un entrenador estudioso del fútbol como lo es él lo quiso traer a cualquier precio sería por algún motivo de peso, ¿no?

Yo creo que todavia es demasiado pronto para valorar un jugador acabado de llegar, que todavia debe adaptarse a un equipo ya hecho, y donde ademas de haber jugado poquito todavia, la competencia en su puesto es altisima.
ResponderEliminarTienes toda la razón, el problema es que la afición del Barça acostumbra a tener poca paciencia, y de eso va el post. Espero que demuestre que es un gran central y que lo haga rápido, porque en el Camp Nou los errores se pagan muy caros.
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