sábado, 25 de septiembre de 2010

Estilo 'Mou'

Me acordé anteayer de aquella frase que asevera que somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras. Cuán acertado me parece hoy vincular esta premisa a la figura del actual entrenador del Real Madrid: Jose Mourinho.
Después del pésimo partido realizado por los blancos ante el Espanyol, no exento de polémica arbitral a causa de la diferencia de criterios del colegiado al pitar la acciones de unos y otros, salió el entrenador portugués a la sala de prensa con su habitual cara de agrietad pero con las ideas muy claras.
A pesar de la abultada victoria por 3-0, ni aficionados ni prensa habían quedado satisfechos con un Madrid gris, falto de ritmo y muy desordenado en todas las zonas del campo. Por ello, era de esperar que la primera pregunta que le formularan fuera referida al porqué de todo esto. Mourinho, que no es tonto, sabía que los tiros iban a ir por ahí, y cuando aún no le habían terminado de formular la cuestión le espetó al micrófono: “es muy difícil jugar en un campo de patatas”. Ese era, según él, el principal motivo por el cual su equipo no había hecho anda destacable sobre el campo. Pero claro, si uno hace un pequeño ejercicio de memoria, retrocede por un momento hasta la temporada 2005-2006 y se acuerda de aquella eliminatoria de octavos de final de la Champions League que enfrentó al Barça de Rijkaard y al Chelsea de Mourinho, se dará cuenta de porqué el portugués es esclavo de sus palabras y también de sus actos.
La ida, jugada en Stamford Bridge con victoria azulgrana por 1-2, se jugó en un campo más parecido a una playa cualquiera que a una moqueta verde de césped común. Era bochornoso ver el estado lamentable del césped del estadio de un grande de Europa en la fase final de la competición más importante del viejo continente. Pero lo que aún debía generar más vergüenza a cualquier aficionado al fútbol es que era el propio Mourinho quien un par de meses antes de la disputa de este partido, había dado orden directa al club de descuidar el césped. Ni regarlo, ni cortarlo, y todo con el único fin de que el Barça de Ronaldinho no pudiera desplegar su juego de toque, pues una semana después de ese partido, mandó replantar todo el tapete por el deplorable estado en que se encontraba.
Y ahora, cuando le critican por su juego rácano y nada vistoso, se refugia en el estado del césped del Bernabéu, un argumento poco verosímil de buenas a primeras y nada creíble después de recordar los octavos de final de la 05-06. Veremos que se inventa hoy después del desastroso juego de su equipo ante el Levante con el consiguiente empate a 0. Veremos que se inventa el portugués dentro de unas semanas, cuando el terreno de juego del feudo blanco ya esté en condiciones óptimas y su equipo siga igual, sin ideas, sin creatividad, sin espectáculo, jugando a lo que siempre juegan los equipos de Mourinho.

martes, 21 de septiembre de 2010

Por lo criminal

Hace unos meses el director de un diario deportivo de Madrid sentenció des de la cómoda posición de su silla frente a una cámara de video, que a Messi se le tenía que parar “por lo civil o por lo criminal”. Supongo que ayer se quedó, por fin, aliviado al ver al astro argentino tendido en el césped del Calderón con el tobillo destrozado. Igual esta noche ha podido dormir bien después de mucho tiempo. Igual ahora se arrepiente de lo que dijo o, más probable, justifica sus palabras con algún tipo de discurso absurdo. Lo que está claro es que ayer hubo un jugador que supo leer entre líneas las palabras de dicho periodista en su videoblog y acabó parando a Messi por lo criminal. La escalofriante entrada que le propinó el checo Ujfalusi al crack azulgrana hizo que ambos acabaran yéndose a las duchas un minuto antes de lo que deberían. Uno expulsado con todo merecimiento. El otro en camilla y con las manos en la cara retorciéndose de dolor.
A pesar del partidazo del Barça en el Vicente Calderón, esta jugada de última hora hizo que Guardiola saliera quemado a la rueda de prensa posterior al partido, y no era de extrañar. Tan cabreado estaba que, con su talante y compostura habituales, soltó un par de estocadas directas al corazón de aquellos que llevan más de dos años de acoso y derribo a todo lo que sea azulgrana o catalán. Pep sabía que a Messi se lo habían cargado por no poder detenerlo de forma reglamentaria y sabía también que esto lo habían pedido desde ya hace mucho tiempo algunos periodistas de Madrid.
Decían por la noche en tertulia radiofónica algunos analistas que Messi suele poder evitar, gracias a su agilidad, que le entren al pie de apoyo, pero ayer no pudo esquivar a Ujfalusi, no tuvo esa suerte. El lateral derecho del Atlético fue a cazarle y consiguió lo que al parecer se propuso, pues esa acción deja poco lugar a la involuntariedad. Con el colegiado anotando la expulsión y mientras el argentino era retirado del terreno de juego por las asistencias médicas, buena parte de los aficionados atléticos que veían el partido en su estadio le dedicaron al jugador azulgrana insultos y cánticos a coro, cual jauría de energúmenos más acostumbrados a ver peleas callejeras que a disfrutar del espectáculo deportivo que representa el fútbol.
Un espectáculo con el que ayer Messi nos obsequió con un partido soberbio de principio a fin. Por desgracia este fin llegó un poco antes de lo esperado debido a que un jugador contrario decidió hacer caso a la “petición” del reconocido periodista de la capital y optó por detener al mejor jugador del mundo de la peor forma, la criminal.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cuando se desata la euforia

Siempre he defendido que hay que ser moderado con todo en esta vida. Cuando las cosas no van bien, no hace falta reventarlo todo ni hundirse en la miseria, pero del mismo modo, cuando la vida nos sonríe no debemos convertir nuestra felicidad en una algarabía de euforia desmedida.
La derrota ayer de la selección española ante un mental y moralmente renovado combinado argentino, ha generado en la prensa española más bien indiferencia e incluso hay quien ha hablado de toque de atención ante un posible acomodamiento de los jugadores campeones del mundo. Ya lo advertía el seleccionador antes del encuentro, no se debía caer en la confianza excesiva solamente por haber ganado una competición que ya es agua pasada. Pues esto parece ser que servirá para que los jugadores no se relajen en exceso y vuelvan a dar lo mejor de si en las siguientes citas internacionales.
No obstante, esta vez han sido nuestros paisanos del otro lado del océano quienes parecen haber sufrido un cambio radical de mentalidad con tan solo un partido. Vale, cierto, un gran partido. En Argentina se tomaban, antes de empezarlo, este encuentro como una opción de redimirse de la tempranera eliminación mundialista y lo podían conseguir nada más y nada menos que contra el campeón de Sudáfrica 2010. El Monumental se llenó como hace tiempo que no se recuerda para un partido amistoso, y el nuevo seleccionador, Batista, alineó un once que si no era de gala poco le faltaba. En Argentina no conocían el término ‘amistoso’ para definir este partido, ellos lo bautizaron como ‘La final que no fue’. Lo sabían los jugadores, lo sabía el entrenador, lo sabían los aficionados y lo sabía hasta el colegiado, quien estuvo muy enchufado en el partido y no dudó en sacar las tarjetas que debía. España por su lado se tomó el amistoso como eso, un partido sin nada más en juego que el puro espectáculo. Del Bosque sacó una alineación que no tenía nada que ver con el once tipo campeón del Mundial y a los 13 minutos España ya perdía 2-0. Normal. Una albiceleste con la moral por la nueves y con ganas de agradar, frente a una ‘roja’ llena de suplentes y haciendo experimentos en defensa.
El problema surge cuando uno no se da cuenta de esto último. España salió demasiado relajada y sin la medular del bloque campeón, luego no era de extrañar que sucediera lo que se vio durante los 90 minutos. En la península, ya sea por forofismo o por sentido común, lo sabemos, pero en Argentina se ha ensalzado en exceso la actuación de sus jugadores y el resultado que consiguieron frente a la campeona del Mundo. No se dan cuenta o no les apetece hacerlo, pero el caso es que los titulares de hoy de la prensa sudamericana tratan a los suyos como héroes cuando hace un par de días les pedían más compromiso e incluso ponían en duda su patriotismo.
¿Qué cuál es el problema? Ninguno, pero la realidad es que han ganado a un conjunto más bien suplente y experimental, no a la verdadera campeona. Estoy seguro que si España hubiera jugado con sus 11 titulares habría sido un paseo, pues esta es una Argentina en formación y aún sin un estilo de juego definido. Es por eso que esta euforia que ahora les rodea puede hacer que en el próximo encuentro se lleven una gran decepción si sus jugadores no mantienen el nivel o si el rival le pone más entrega que la que ayer desplegó la ‘roja’.