Al
fin ha dicho lo que todo el mundo quería oír. Con los años, tanto de
competición como de retiro, ha ido sumando detractores y críticas sin fin,
solamente basadas en rumores, conjeturas y falsas acusaciones que aún no se han
demostrado empíricamente a día de hoy.
Armstrong
ha reconocido públicamente que mejoró su rendimiento en carrera con sustancias
varias. Aquellos que conozcan un poco el mundo del deporte sabrán cómo
funcionan las leyes antidopaje y los controles para evitarlo. Lo explicaré de
forma sencilla para quienes sean nuevos en la materia: Un deportista da
positivo en un control antidopaje cuando supera una cierta tasa X en sangre de
una serie de sustancias controladas. Dicha tasa la marca el comité de turno de
cada competición y/o deporte. Extrapolando podríamos compararlo a la tasa de
alcohol permitida al volante de un automóvil.
Pues
bien, Armstrong nunca dio positivo pero ha reconocido que se dopó, ¿cómo puede
ser eso? Excluyendo la teoría de la conspiración, que dejaría a la UCI al borde
de la muerte institucional, solamente nos queda volver a extrapolar: un
conductor llega a un control de alcoholemia y el agente ahí presente le
pregunta “¿ha bebido?” a lo que el conductor responde “sí”. El agente hace la
prueba pertinente, el resultado sale negativo (por ejemplo: 0,11), saluda al
conductor y le recomienda precaución en la carretera. Fin.
Dopar: Administrar fármacos o
sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento del
organismo con fines competitivos.
Así
define la RAE el término “dopar”. A pesar de no aparecer por ningún lado alguna
connotación negativa o de ilegalidad, la palabra “dopaje” solamente se usa para
describir alguna acción o comportamiento lejos de la legalidad y la moralidad.
Si
nos ceñimos a su etimología no es tan extraño el dopaje en sí, dentro de unos
límites establecidos. Sin duda las bebidas isotónicas formarían parte de la familia
de sustancias que ayudan a mejorar el rendimiento de un deportista, pero nadie
se va a escandalizar por ver a uno de ellos tomando sales minerales adicionales
para su cuerpo.
Todos
los ciclistas se dopan y se han dopado de forma legal o ilegal. Armstrong se
dopó dentro de la legalidad vigente en cada momento, como así lo atestiguan los
más de 600 controles antidopaje que pasó. Aun así, compitiendo contra otros que
iban igual de dopados (léase el término sin connotaciones negativas) que él,
fue el mejor durante 7 años. ¿O realmente alguien pensaba que se pueden hacer
200 km de bicicleta cada día durante 3 semanas con un vaso de agua y un plátano?