Cuán curioso y caprichoso llega a ser el fútbol a veces.
Supongo que al fin y al cabo ahí reside la gracia de este deporte: aunque nos
hartemos a hacer pronósticos, es absolutamente imprevisible. El martes el Barça
se volvía a topar contra el autobús que propuso el Chelsea. En la ida, 24
remates de los azulgranas, 2 balones al poste y un 78% de posesión de balón
sirvieron para que el conjunto catalán tuviera al Chelsea aculado en su área
durante los 90 minutos. Pero en el único contrataque de los blues, centro en
semifallo de Ramires y remate en condiciones similares de Drogba que sorprenden
a la defensa y a Valdés. 1-0 y a otra cosa.
Como iba diciendo, el martes la película se repitió, o al
menos lo que pudimos ver fue una secuela que tenía el mismo argumento que la
primera. 22 remates del Barça, 2 balones al palo (uno de penalti) y un escandaloso
82% de posesión de balón. Por el contrario el Chelsea chutó 3 veces a puerta, 2
acabaron en gol y la tercera fue una intentona de Drogba desde su campo que a
punto estuvo de sorprender a Valdés. Aunque esta vez el Barça sí vio puerta,
2-2 y a otra cosa.
El caso del Madrid es distinto pero no menos inesperado. Si
el Barça se caracteriza por dominar al contrario para acabar destrozándolo a
base de fútbol, el Madrid usa una táctica distinta para llegar al mismo fin:
pasar por encima del rival que tiene delante. El de los blancos no es (a mi
entender y al de muchos) un fútbol bonito, pero es el más eficaz que uno pueda
echarse a la cara. Esperan su momento y matan al contrataque, simple pero
letal.
En Munich el Madrid cayó 2-1 con gol en el último suspiro de
Mario Gómez. Resultado malo, pero habiendo marcado fuera de casa se dio por
aceptable. Todo hacía pensar en una remontada “fácil”. Y digo fácil entre
comillas porque en el Bernabéu la historia ha acostumbrado a sus hinchas a ver
este tipo de vuelcos de torneos y eliminatorias a favor del Madrid. Espíritu de
Juanito lo llaman.
Ayer en el minuto 15 de la primera mitad el conjunto blanco
ganaba 2-0, parecía que estaba todo encarrilado. Pero el Bayern empató la
eliminatoria y, cosas del fútbol la pelotita no quiso entrar más en los 120
minutos, prórroga incluida. Y ahí llegó la lotería de los penaltis, dónde da
igual cuanto sepas chutar, pues la presión y los minutos que llevan encima tus
piernas hacen que sea casi un milagro marcar. El Bayern se clasificó y a otra
cosa.
Así pues, cuando hacía ya 3 meses que se hablaba de la
hipotética final entre Madrid y Barça, nos encontramos que lo único que podrán
hacer los dos españoles es verla desde casa. Hay quien dirá que los dos tuvieron
muy mala suerte. Puede ser. De hecho, yo personalmente, creo que Bayern y
Chelsea tuvieron mucha suerte, pero si una cosa me ha enseñado el fútbol es que
para ganar, no basta con ser el mejor, también debes tener la fortuna de tu
parte. Sólo así se gana una Champions, con fútbol y suerte. Veremos quien tiene
la balanza mejor equilibrada con estos dos ítems, si los alemanes o los
ingleses.