martes, 17 de mayo de 2011

Ridículo tras ridículo

Hace un mes y medio nos frotábamos las manos esperando el espectáculo que íbamos a ver: Cuatro Barça-Madrid en tan solo 18 días. Los que probablemente sean los mejores equipos del mundo actualmente, frente a frente ni más ni menos que en cuatro ocasiones para jugarse tres títulos.
Casi dos semanas después de disputarse el último de los cuatro encuentros, podemos reflexionar acerca de lo que han supuesto tantos "clásicos" en tan poco tiempo. No se ha visto espectáculo ninguno, más bien cuatro partidos toscos, duros y de desgaste del rival. Faltas, simulaciones, agresiones, quejas, peleas, enfrentamientos… de todo menos fútbol. Pero esto sería puramente anecdótico si no fuera porque lo ocurrido en el campo ha desembocado en una bochornosa "pelea" en los despachos, implicando a los propios equipos y a la UEFA.
Todo comenzó después del tercero de los cuatro encuentros, curiosamente el primero que el Barça consiguió ganar. Mourinho y el Madrid no supieron digerir esa derrota y se ampararon, con o sin razón, en la actuación arbitral. El técnico portugués la lió en la sala de prensa y puso en duda al Barça, a su historia, a los árbitros, a Villar y a la UEFA. No dejó títere con cabeza.
A partir de ahí empezó una carrera de demandas entre los dos clubes: El Barcelona demandó ante la UEFA a Mourinho y al día siguiente era el Madrid el que demandaba al club catalán por supuesta conducta antideportiva de hasta ocho jugadores azulgrana, según detallaban. La UEFA por su parte, viendo que Mourinho había cometido la terrible osadía de poner en duda su transparencia en público, decidió sancionar al luso con 5 partidos de inactividad en competiciones europeas, pero dejó sin efecto las demandas de ambos clubes.
No contentos con el castigo, en Madrid decidieron recurrir al tribunal de apelación, para que también sancionaran a los jugadores azulgrana de quienes habían creado y remasterizado un vídeo con las supuestas conductas antideportivas. Tampoco surtió efecto. Pero si lo hizo un nuevo video que mandaron a la UEFA con un fragmento en el que se veía a Busquets diciéndole "algo" a Marcelo. ¿Mono? ¿Morro? No se sabe. El Madrid estaba eliminado y se sabía muerto, pero quería debilitar al Barcelona, herirle con su último aliento. Tampoco lo consiguió.
Ayer la UEFA concluyó este espectáculo dantesco no sancionando a Busquets por falta de pruebas. El Madrid podía haber caído con la dignidad propia de un club de sus dimensiones, pero prefirió mostrar su lado más vulgar y ruin. A todo esto, después de la sentencia final de la UEFA en el caso Busquets, el Madrid ratificó lo que ya había dicho hace un par de días: Contrariamente a lo que dice el máximo estamento del fútbol europeo, el club blanco niega rotundamente haber mandado el video de la acusación de Busquets. Ver para creer.

jueves, 12 de mayo de 2011

El tranvía de Gante

Por desgracia tenemos que lamentar una nueva tragedia en el mundo del deporte. Si hace apenas unos días que conocíamos la triste noticia de la muerte de un grande como Severiano Ballesteros, el Giro de Italia nos deja otra víctima mortal, aunque en condiciones totalmente distintas a las del español. Wouter Weylandt, ciclista belga que corría para el equipo Leopard Trek, sufrió una caída espeluznante, impactando contra un muro de seguridad de la carretera italiana por donde se desarrollaba la carrera. Apenas se trataba de la tercera etapa de la edición de este año del Giro, que no ha podido empezar peor.
Para cualquier ciclista profesional, amateur o simplemente aficionado, las caídas son algo con lo que hay que convivir. El futbolista se puede lesionar por una patada de un rival i el ciclista puede hacerlo por una caída al golpear contra el duro asfalto. Gajes del oficio que dicen. El problema surge cuando el desenlace de un tropiezo no es tan solo una lesión, como en este caso.
Es conocido por todo amante del ciclismo que los descensos vertiginosos por puertos de montaña son parte fundamental de una carrera, y muchas veces pueden llegar a determinar un campeón. Dennis Menchov, excepcional escalador búlgaro, no ha llegado a convertirse en una leyenda del ciclismo, a pesar de tener un gran potencial, por el "miedo" a los descensos. Si, si, eso que a todos nos gusta tanto cuando montamos en bici de pequeños, encontrar una pendiente i lanzarse cuesta abajo con el único riesgo de acabar pelándonos las rodillas. A algunos ciclistas les aterra, i lo entiendo.
Llegar a velocidades de hasta 90km/h con la simple protección de un casco de fibra de carbono que pesa menos de 1kg i una mallas que se rasgan si te caes en parado, tiene que acongojar a cualquiera. Claro está que la historia siempre guarda un pequeño hueco para aquellos insensatos a los que les encanta el riesgo y acaban por habituarse a competir sin miedo, caso del suizo Cancellara, quien probablemente es uno de los mejor ciclistas de la historia en descensos.
Casos extraordinarios a parte (el de Cancellara lo es) no son pocos los que han sufrido graves accidentes sin tener que ir a esas velocidades de aúpa. Joseba Beloki cayó en el Tour de 2003 en un semi-descenso y se partió la clavícula i el fémur cuando pugnaba con Armstrong por llevarse esa edición de la ronda gala. Ahí empezó el final de su carrera como ciclista. Tampoco los velocistas están, por desgracia, a salvo de estos percances sobre una bicicleta. El catalán Isaac Gálvez nos dejó en 2006 al sufrir una trágica caída en el velódromo de Gante, precisamente la ciudad natal de Weylandt.
Sabemos cada uno los riesgos que comporta el deporte que practicamos, sea cual sea. Por desgracia estas cosas no se pueden evitar y de vez en cuando nos sacuden de forma contundente despertándonos de nuestro feliz sueño. Dentro de unas semanas ya no tendremos en mente el accidente del ciclista belga, como tampoco teníamos en mente al bueno de Gálvez hasta que ha ocurrido esta tragedia.
Un recuerdo desde aquí para Weyland, esté donde esté.