Ya estamos como siempre. El socio y aficionado culé es sufridor como el que más, pesimista a las primeras de cambio cuando un pequeño detalle no va como debería, pero sobretodo es muy exigente. A veces, muchas, incluso demasiado. ¿Como explicaríais sino que el año pasado con el espectáculo que ofrecía la máquina de hacer fútbol de Guardiola el campo estuviera medio vacío? Eso es porque el socio estaba quemado después de dos años de decepciones, y su pesimismo le hacía pensar que no podía haberse arreglado todo de una forma tan rápida y milagrosa, por lo que pronto se vendría todo abajo y no querían estar presentes cuando eso ocurriera. No sucedió nada de esto y todos sabemos como terminó la historia. Pero padecemos -sí, generalizo y me incluyo- de una patología muy frecuente en el mundo del fútbol: la memoria selectiva. Todos recordamos al gran Eto’o. Al de los goles en sendas finales de Champions ante Arsenal y Manchester United, al que miraba al palco del Bernabéu cuando marcaba allí, en general, al gran Eto’o que nos dio muchas noches de gloria durante los años que estuvo en el Barça. ¿Porqué ahora recordamos al mejor Eto’o y cuando se fue se decía que nos sacábamos un lastre del vestuario por su carácter problemático? Siempre he sido partidario, y mi entorno lo sabe porqué así lo he manifestado más de una vez, que Eto’o es un jugador que siempre querría en mi equipo. No lo vendería nunca, pues es el jugador más competitivo que se pueda encontrar en un terreno de juego, y eso no tiene precio. Pero claro, cuando a uno le tocan el punto débil y le traen al mejor delantero centro del mundo, por el cual tiene deboción desde hace años, pues no puede rechistar ante la marcha del camerunés. En ese momento muchos decían que habíamos pagado demasiado. Señores, nadie vale tanto en esta vida, pero en este mundo del fútbol que cada día está más loco, Ibrahimovic no debería valer ni un euro menos que Cristiano Ronaldo. Después de un inicio brutal con 5 dianas en 5 partidos, el sueco calló bocas, pero ahora los aficionados barcelonistas están preocupados y vuelven a caer en la crítica fácil para verle solamente los defectos -sobre el campo tiene pocos- al delantero, por eso se acuerdan del mejor Eto’o. “Es que no deberíamos haber vendido a Eto’o, Ibrahimovic es muy buen jugador pero no para el Barça”. Ni una, ni dos, ni tres, sino más veces he oído eso en las ultimas semanas y se me ponen los pelos de punta cuando veo que no solamente lo dicen aficionados sino que también se suben al carro entendidos en la materia. Todo porque no entra a rematar al primer palo como haría un “9” puro. Si no lo hace es porque está jugando de espaldas a portería, incluso a veces lejos del área, para desatascar el juego en el medio del campo,
moviendo a los centrales contrarios y sacándolos del eje de la defensa. El problema vendrá cuando falle un par de ocasiones gol seguidas y la afición le empiece a silbar, hecho desgraciadamente muy común en “Can Barça”. En ese momento nadie se acordará que minutos antes el Barça ha conseguido anotar dos tantos producto de su juego de espaldas a portería lejos del área.

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