Por desgracia tenemos que lamentar una nueva tragedia en el mundo del deporte. Si hace apenas unos días que conocíamos la triste noticia de la muerte de un grande como Severiano Ballesteros, el Giro de Italia nos deja otra víctima mortal, aunque en condiciones totalmente distintas a las del español. Wouter Weylandt, ciclista belga que corría para el equipo Leopard Trek, sufrió una caída espeluznante, impactando contra un muro de seguridad de la carretera italiana por donde se desarrollaba la carrera. Apenas se trataba de la tercera etapa de la edición de este año del Giro, que no ha podido empezar peor.
Para cualquier ciclista profesional, amateur o simplemente aficionado, las caídas son algo con lo que hay que convivir. El futbolista se puede lesionar por una patada de un rival i el ciclista puede hacerlo por una caída al golpear contra el duro asfalto. Gajes del oficio que dicen. El problema surge cuando el desenlace de un tropiezo no es tan solo una lesión, como en este caso.
Es conocido por todo amante del ciclismo que los descensos vertiginosos por puertos de montaña son parte fundamental de una carrera, y muchas veces pueden llegar a determinar un campeón. Dennis Menchov, excepcional escalador búlgaro, no ha llegado a convertirse en una leyenda del ciclismo, a pesar de tener un gran potencial, por el "miedo" a los descensos. Si, si, eso que a todos nos gusta tanto cuando montamos en bici de pequeños, encontrar una pendiente i lanzarse cuesta abajo con el único riesgo de acabar pelándonos las rodillas. A algunos ciclistas les aterra, i lo entiendo.
Llegar a velocidades de hasta 90km/h con la simple protección de un casco de fibra de carbono que pesa menos de 1kg i una mallas que se rasgan si te caes en parado, tiene que acongojar a cualquiera. Claro está que la historia siempre guarda un pequeño hueco para aquellos insensatos a los que les encanta el riesgo y acaban por habituarse a competir sin miedo, caso del suizo Cancellara, quien probablemente es uno de los mejor ciclistas de la historia en descensos.
Casos extraordinarios a parte (el de Cancellara lo es) no son pocos los que han sufrido graves accidentes sin tener que ir a esas velocidades de aúpa. Joseba Beloki cayó en el Tour de 2003 en un semi-descenso y se partió la clavícula i el fémur cuando pugnaba con Armstrong por llevarse esa edición de la ronda gala. Ahí empezó el final de su carrera como ciclista. Tampoco los velocistas están, por desgracia, a salvo de estos percances sobre una bicicleta. El catalán Isaac Gálvez nos dejó en 2006 al sufrir una trágica caída en el velódromo de Gante, precisamente la ciudad natal de Weylandt.
Sabemos cada uno los riesgos que comporta el deporte que practicamos, sea cual sea. Por desgracia estas cosas no se pueden evitar y de vez en cuando nos s
acuden de forma contundente despertándonos de nuestro feliz sueño. Dentro de unas semanas ya no tendremos en mente el accidente del ciclista belga, como tampoco teníamos en mente al bueno de Gálvez hasta que ha ocurrido esta tragedia.

Un recuerdo desde aquí para Weyland, esté donde esté.
Hola, solet q bé que escrius :) :*
ResponderEliminarToda la razón del mundo hermano!
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